Publicado en: 26/12/2025
Efectos del cannabis en los adolescentes: riesgos para el cerebro y datos sobre el consumo juvenil
El cannabis es un tema que genera debates intensos, especialmente cuando se habla de su uso en adolescentes. Con la evolución de la legislación en muchos países y la percepción cada vez más extendida de un riesgo menor en comparación con otras sustancias, cada vez más jóvenes entran en contacto con esta planta, a menudo subestimando sus efectos.
Comprender cómo el cannabis interactúa con el cerebro en desarrollo, cuáles son las sustancias que contiene, cómo actúa el sistema endocannabinoide y cuáles son los datos científicos reales sobre su consumo entre los jóvenes es fundamental para informar a padres, educadores y a los propios adolescentes.
En este artículo exploraremos primero las principales sustancias presentes en el cannabis, luego la relación entre estas sustancias y el sistema endocannabinoide humano, los efectos específicos sobre el desarrollo cerebral de los adolescentes con evidencia científica, las estadísticas sobre el consumo de cannabis entre los jóvenes en Europa y el mundo, y concluiremos con una reflexión sobre los riesgos, las perspectivas y la importancia de la prevención.
Sustancias contenidas en el cannabis
El cannabis es una planta compleja que contiene más de 100 compuestos químicos activos, entre los que se encuentran cannabinoides y terpenos. Los dos principales cannabinoides de interés por sus efectos psicoactivos y fisiológicos son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD), aunque existen muchos otros presentes en cantidades menores.
El THC es la sustancia principalmente responsable de los efectos psicotrópicos del cannabis, es decir, esa sensación de “colocón” o alteración de la percepción que muchos asocian con el uso recreativo. El THC se une a los receptores cannabinoides en el cerebro, influyendo en el estado de ánimo, la memoria, la coordinación motora y otras funciones cognitivas. El nivel de THC varía enormemente entre diferentes variedades de cannabis y tiende a ser muy alto en los productos más populares actualmente, contribuyendo a efectos psicoactivos más intensos que en las variedades tradicionales.
El CBD, en cambio, no es psicoactivo y puede tener efectos ansiolíticos o antiinflamatorios en algunos contextos, pero no produce la alteración perceptiva asociada al THC. Otros cannabinoides menos conocidos, como el cannabigerol (CBG) o el cannabinol (CBN), desempeñan roles menores pero pueden modular los efectos generales de la planta, especialmente en un fenómeno conocido como “efecto séquito”, donde varios componentes interactúan entre sí.
Los otros compuestos del cannabis incluyen terpenos (como mirceno, limoneno y pineno), que no son cannabinoides pero pueden influir en el perfil aromático y, potencialmente, en algunos efectos biológicos. En conjunto, el cannabis es una mezcla compleja y la variabilidad en la composición química es una de las principales razones por las que los efectos pueden variar ampliamente entre usuarios y productos.
Leer también: Semillas de marihuana para exterior: las más recomendadas

El sistema endocannabinoide humano y la relación con las sustancias del cannabis
Para comprender cómo actúa el cannabis en el cuerpo humano, es fundamental hablar del sistema endocannabinoide (SEC), una red bioquímica presente en todos los mamíferos, incluidos los seres humanos. Este sistema está compuesto por receptores (como CB1 y CB2), endocannabinoides producidos de forma natural por el organismo y enzimas que regulan su síntesis y degradación.
El receptor CB1 se encuentra en alta concentración en el cerebro y en el sistema nervioso central. Allí regula procesos clave como el estado de ánimo, la memoria, el apetito, el dolor y el control motor. El receptor CB2 está presente principalmente en el sistema inmunológico y puede influir en la inflamación y la respuesta inmune.
El cuerpo produce sus propios cannabinoides naturales (endocannabinoides), como la anandamida y el 2-AG, que actúan como mensajeros químicos para mantener la homeostasis, es decir, el equilibrio necesario para el funcionamiento fisiológico normal. El THC del cannabis se une a estos mismos receptores, especialmente al CB1 en el cerebro, imitando parcialmente su acción, pero de manera más potente y menos regulada, produciendo efectos que van desde la euforia hasta la sedación, incluyendo alteraciones cognitivas temporales.
En los adolescentes, el sistema endocannabinoide está particularmente activo y participa en procesos de desarrollo cerebral y maduración sináptica. Dado que el cerebro adolescente se encuentra en una fase de rápida evolución estructural y funcional, la interferencia de sustancias externas como el THC puede alterar estos procesos naturales. Los estudios han mostrado que la exposición repetida a cannabinoides durante la adolescencia puede conducir a modificaciones en el funcionamiento de los circuitos de conexión neuronal y en la regulación de los receptores endocannabinoides, justamente porque el sistema está implicado en el desarrollo durante esta etapa de la vida.
Efectos del cannabis en el desarrollo cerebral de los adolescentes
El cerebro humano continúa desarrollándose hasta la adultez temprana, con cambios clave en la estructura, la conectividad neuronal y las funciones ejecutivas. La adolescencia es un período crítico en el que la corteza prefrontal —responsable de la planificación, el autocontrol, la toma de decisiones y la memoria de trabajo— está completando su maduración. Es precisamente en esta etapa cuando muchos adolescentes experimentan con el cannabis, pero la ciencia indica que el uso frecuente puede tener efectos negativos en el desarrollo cerebral.
La evidencia proveniente de estudios de neuroimagen y neuropsicología sugiere que el consumo regular de cannabis durante la adolescencia puede estar asociado con diferencias en la estructura cerebral y en la conectividad funcional en comparación con jóvenes que no lo consumen. Algunos estudios longitudinales han encontrado que adolescentes con trastornos por consumo de cannabis presentan una conectividad reducida entre el cíngulo anterior y algunas áreas de la corteza frontal, zonas clave para el control cognitivo y la regulación emocional. Estas alteraciones se han relacionado con puntuaciones más bajas en el coeficiente intelectual (CI) y con un rendimiento cognitivo más lento a lo largo del tiempo. (Estudios según PubMed)
Otros estudios sugieren que el consumo intenso de cannabis en adolescentes está asociado con cambios tanto en la estructura como en la función cerebral, incluyendo variaciones en la materia gris y blanca y en la distribución de metabolitos cerebrales, aunque la relación causal exacta sigue siendo compleja. (Estudios según PubMed)
Las consecuencias cognitivas incluyen dificultades en la atención, la memoria, el aprendizaje y la toma de decisiones, aspectos críticos para el éxito escolar y social de los jóvenes. Algunas investigaciones indican que estos efectos pueden ser más pronunciados en quienes comienzan a consumir cannabis a una edad muy temprana y con alta frecuencia.
Además, estudios clínicos y metaanálisis han encontrado asociaciones entre el consumo de cannabis en la adolescencia y un aumento del riesgo de trastornos psicóticos, depresión y adicción, aunque la relación causal directa y la magnitud exacta del riesgo pueden variar según predisposiciones individuales y contextos ambientales.
Un estudio publicado en JAMA Psychiatry observó que los adolescentes que consumen cannabis antes de los 15 años presentan una probabilidad significativamente mayor de presentar problemas de salud mental y física en la edad adulta, lo que sugiere que la interferencia con el desarrollo cerebral temprano puede tener efectos duraderos más allá de la adolescencia misma.
Leer también: Qué son los Kits de semillas de cannabis

Estudios sobre el uso de cannabis entre adolescentes en Europa y el mundo
Los datos epidemiológicos muestran que el consumo de cannabis está presente en muchas regiones del mundo y a menudo comienza durante la adolescencia. Según informes internacionales y encuestas europeas, una proporción significativa de jóvenes en edad escolar ha experimentado la cannabis al menos una vez, aunque la prevalencia puede variar entre países y mercados. En Europa, estudios como los de la EMCDDA indican que millones de adolescentes y adultos jóvenes reportan consumo de cannabis a lo largo del año, aunque los porcentajes varían de un país a otro.
Un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que entre los jóvenes de 15 años, una parte considerable ha consumido cannabis al menos una vez en los últimos años, aunque los datos más recientes muestran un ligero descenso en algunas cohortes respecto a años anteriores. Estos informes destacan cómo el consumo de cannabis a menudo se enmarca dentro de un patrón más amplio de uso de otras sustancias y comportamientos de riesgo entre los adolescentes.
Es importante subrayar que las diferencias culturales, legislativas y en la percepción del riesgo juegan un papel relevante en las tasas de consumo. En algunos países donde la legalización o despenalización para uso adulto está más avanzada, como en ciertas regiones de Estados Unidos o Canadá, se ha observado un aumento en las tasas de consumo entre los jóvenes, aunque los datos son objeto de debate y estudio continuo.
Al mismo tiempo, los monitoreos globales indican que el adolescente promedio tiende a iniciar el consumo de cannabis antes de los 20 años, con una franja de edad típica de primer contacto alrededor de los 15‑19 años, lo que hace crucial una comprensión temprana de los riesgos asociados e intervenciones educativas dirigidas.
Conclusiones finales
Comprender los efectos del cannabis en los adolescentes requiere un enfoque equilibrado y basado en hechos: mientras que el cannabis (que viene de las semillas de cannabis) puede tener usos terapéuticos en contextos clínicos controlados, el consumo recreativo durante la adolescencia está asociado con numerosos riesgos específicos relacionados con el desarrollo cerebral. La ciencia sugiere que el cerebro en crecimiento es particularmente vulnerable a las interferencias químicas y que la exposición repetida a los cannabinoides, especialmente al THC en dosis altas, puede afectar la estructura y función de los circuitos neuronales críticos para la cognición, el aprendizaje y el autocontrol.
Es importante recordar que no todos los adolescentes que consumen cannabis experimentarán efectos graves, pero factores como la edad de inicio, la frecuencia de uso, la dosis y las predisposiciones individuales contribuyen al perfil de riesgo general. La prevención, la educación informada y las estrategias de reducción de daños siguen siendo herramientas fundamentales para proteger a los jóvenes, especialmente a la luz de cambios legislativos y percepciones públicas cada vez más permisivas.
Para padres, educadores y responsables de políticas, los datos disponibles destacan la necesidad de comunicar información precisa y basada en evidencia sobre los posibles riesgos del consumo de cannabis en edades tempranas, promoviendo al mismo tiempo un diálogo abierto, de apoyo y centrado en la salud pública.









