No en exceso. En comparación con las que provienen de semillas autoflorecientes, sin duda son más exigentes, pero generalmente las plantas de marihuana que se obtienen a partir de semillas feminizadas son resistentes, especialmente aquellas que son el resultado de un cruce con la variedad Ruderalis, una variedad de cannabis que es capaz de llegar a la fase de floración incluso en los climas duros y las condiciones más inhóspitas.
El mayor cuidado a tener con las plantas obtenidas de semillas feminizadas, a diferencia de las semillas autoflorecientes, es que dependen del fotoperíodo y son fotosensibles. Esto significa que la planta de marihuana entra en la fase de floración solo después de un primer ciclo de 18 horas de luz y 6 de oscuridad, y un segundo de 12 y 12 para que tenga lugar la floración.
Por lo tanto, en el caso del cultivo outdoor o al aire libre, por ejemplo, directamente en el suelo, en el jardín, será posible un solo ciclo de floración que comenzará durante el verano para el crecimiento de las flores de septiembre, ya que la única fuente de luz disponible es la luz solar. Por esta razón, el cultivo al aire libre de este tipo de semillas es preferible en un país con un clima cálido, donde es posible tener una mayor exposición al sol, como la costa mediterránea.
La situación cambia para la producción de inflorescencias en cultivo interior (indoor y green house). Las ventajas de esta técnica de cultivo son que el breeder o productor puede tener el control sobre todas las variables que influyen en el proceso de crecimiento y floración de la planta de marihuana que se deriva a partir de semillas feminizadas: la potencia y los ritmos de iluminación, temperatura y humedad. Seguramente, si puedes aprovechar los aspectos positivos de este método, tendrás un mayor rendimiento de la planta, pero no olvides que, a diferencia del cultivo al aire libre, el cultivo de semillas de marihuana en interior requiere un gran uso de energía.
Las plantas obtenidas a partir de semillas feminizadas viven más que aquellas que provienen de semillas autoflorecientes. Esto implica que son más susceptibles a agentes externos, como los parásitos. Dado que para obtener cogollos de calidad lo mejor es, sin duda, producir cultivos orgánicamente, sin el uso de productos químicos nocivos, generalmente se prefiere optar por métodos indoor o en invernadero (greenhouse o glasshouse) para estas plantas.
En cualquier caso, la creación de este tipo de semillas ha sido una revolución para el cultivo de cannabis a escala industrial, con efectos extremadamente positivos. Una novedad resultante de la investigación agrícola que luego se exportó para ser aplicada a una amplia gama de variedades y genéticas de marihuana, con el fin de aprovechar al máximo las nuevas características.